domingo, 9 de septiembre de 2012

En la ciudad del amor



A la Ciudad de Buenos Aires, arribaron en estos últimos días, una serie de personas con tendencias espirituales. Se los denomina maestros o gurúes. Esta iniciativa tendría como objetivo llevar adelante cierta calma o quita de Estrés a los porteños.  Se trata de una serie de encuentros que, apoyados por el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, lograrían tal vez que los funcionarios de turno logren encontrar la armonía necesaria a la hora de tomar decisiones públicas.

En la denominada recientemente “ciudad del amor” se podrán ver leyendas que digan “Mauricio es todo amor” o “Gabriela me transmite paz interior” o bien “Horacio es un sentimiento” y así sucesivas oraciones de bien publico.

En los subterráneos, los trabajadores, estarían siendo convocados para una jornada de reiki global, asi se actualizan en la materia y a la hora de parar sus actividades, se convierten en seguidores del Sri Sri Shankar, en lugar de seguir posiciones más dogmáticas.

En el Banco Público porteño, el todopoderoso poeta y Sr Supremo Federico I, lucirá atuendos, recientemente comprados en la India y meditara con sus seguidores que durante 5 años de gestión le impulsaron más de veinte huelgas.

En verdad va a estar bueno Buenos Aires.

lunes, 4 de junio de 2012

Talento Argentino


Recientemente  se realizó en el Auditorio del Instituto Pyme una jornada referida a las industrias culturales de la Ciudad de Buenos  Aires. La apertura estuvo a cargo del politólogo Gustavo A. Cresta,  en representación de la citada entidad que investiga y promueve políticas a favor de las pymes, quién hizo alusión a la enorme concentración geográfica y económica que se visualiza en el sector. En efecto, la gran mayoría de las editoriales, librerías, sellos musicales, disquerías, cines, productoras cinematográficas y redacciones de diarios y revistas se encuentran en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Estuvieron como invitados los talentosos ilustradores gráficos Esteban Balzano “ELMER” y Fernando Gómez “NANDO”. Ambos son integrantes del prestigioso grupo de caricaturistas y artistas nucleados en “Banda Dibujada”. Sus aportes a la audiencia estuvieron cargados de humor y buenos consejos a las nuevas generaciones que buscan donde y como elegir un refugio de estudio y trabajo. Participó también la actriz y empresaria Liliana Moreno, titular del bohemio restaurant  “Pan y Arte” del barrio de Boedo. Oriunda de Mendoza y con un emprendimiento gastronómico lleno de brillo, arte y buena comida logró que los participantes presten atención y tomen nota de una expertisse en el rubro.
Por último, disertó, la Psicóloga María Cristina Recasens, titular de Great Pegasus, quien tuvo a su cargo el pormenorizado y exhaustivo análisis de estos tres casos de emprendedores testigos y exitosos (entendiendo al éxito como progreso colectivo) en un país y en una ciudad que apuestan al fortalecimiento del sector que sigue adelante gracias al empuje y creatividad de su pueblo.
En todo el mundo, los servicios a emprendedores, giran alrededor de la creatividad, las ideas y la innovación. Ese es el capital mayor de los emprendedores y de las pymes. Es el efecto que logró multiplicar experiencias y testimonios del entonces naciente ecosistema emprendedor, por iniciativa de personas que tomaron decisiones políticas para todos los argentinos a posteriori de la crisis lamentable de 2001 y su recuperación económica a partir de 2003.

lunes, 21 de mayo de 2012

Africa Mia

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner estuvo de gira presidencial en la República de Angola en una visita de Estado en la que mantuvo un encuentro bilateral con su par José Eduardo Dos Santos acompañada de una misión comercial y de negocios con 400 empresarios argentinos. El encuentro más importante de esta gira de dos días lo realizó cuando se encontró con su par angoleño, José Eduardo Dos Santos, en el Palacio de Gobierno. Además Cristina brindó un discurso en la Asamblea Nacional (el Parlamento angoleño). Por último, visitó la feria donde 400 empresarios argentinos ofrecieron sus productos. La delegación política de la visita estuvo integrada por el Canciller Hector Timerman, el Secretario de Comercio Interior, entre otros funcionarios.Timerman destacó un dato clave, ignorado por los medios argentinos mas influyentes: el 50% de todo lo que Argentina gana en el mundo, proviene de África, y eso sin hacer esfuerzo y sin haber hecho una gran campaña. Es solo porque nuestros productos son los que ellos necesitan". La Presidenta quiere seguir los pasos de Brasil, que desde hace años, tiene relaciones comerciales en el continente africano. Esperemos que los resultados sean favorables para nuestro país y para la República de Angola.

viernes, 11 de mayo de 2012

Las pymes de Boedo reclaman por mas seguridad

El pasado martes 8 de mayo se llevo a cabo un encuentro en la Av. Boedo al 800 entre empresarios, comerciantes, funcionarios del Ministerio de Seguridad de la Nación y los comuneros del FPV de la comuna 5 (Almagro + Boedo) Raúl Sanchez y Carlos Benitez acerca de la seguridad y sus implicancias en la zona. Es sabido que, numerosos robos afectan al sector comercial, así como también a los vecinos y transeúntes. La convocatoria estuvo a cargo de Cadmira, una de las cámaras que nuclea al sector de cuero en la Av. Boedo al sur. Unas 50 personas participaron, además de organizaciones vecinales de la zona y reclamaron mayores medidas. Allí ofició de anfitrión el Lic. Gustavo A. Cresta, en representación de la Asociación Civil Manzi. Este encuentro multisectorial estuvo dirigido a orientar y promover una activa participación de los vecinos y empresarios zonales. La programación del debate, articula temáticas inherentes al entramado de instituciones como los alcances de las políticas sociales, la geografía de la inclusión, el rol de los actores judiciales en el espacio público, la gestión democrática de la conflictividad social y el acceso a derechos. Este encuentro forma parte de una serie de charlas para continuar generando conciencia ciudadana en la materia. La próxima será en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Medrano al 900 en Almagro el día 8 de junio del corriente año.

lunes, 2 de abril de 2012

DIA MUNDIAL SOBRE LA CONCIENTIZACION SOBRE EL AUTISMO

Ayeres y mañana

El 2 de abril de 1917 el presidente norteamericano Woodrow Wilson le comunicó al Congreso su decisión de participar en la Guerra Mundial: “La neutralidad ya no es factible ni deseable al estar en juego la paz mundial”. Nadie, exceptuando al asesor presidencial Edward Bernays, supuso que ese día nacían las relaciones públicas, escondiendo bajo su manto la manipulación informativa. Edward Bernays era un autríaco nacido en Viena en 1891, sobrino de Sigmund Freud para más datos, llegado de pequeño a los Estados Unidos, donde cursó estudios universitarios de agricultura y los abandonó para dedicarse a su pasión: la publicidad y el periodismo. En 1914, no bien estalló la guerra en Europa y para los europeos, comenzó a trabajar para Wilson, que había asumido como primer mandatario el 4 de marzo de 1913. Lo primero que hizo Bernays fue bucear en el pensamiento del pueblo norteamericano para lograr que Wilson fuera por la reelección en 1917 y la ganara. Entonces, Bernays le habló de conveniencias al oído de Wilson: “Si bien el pueblo desconfía de las apetencias imperiales de Alemania y Austria, guarda un profundo rencor contra Inglaterra, ya que aún representa en la mente de los ciudadanos estadounidenses la opresión de la antigua potencia colonial”. Wilson basó su campaña en la neutralidad. Y con ella como emblema ganó por abrumadora mayoría en 1916 y continuó su mandato desde el 4 de marzo de 1917.
La cuestión fue que a los pocos días, y fogoneados por Bernays, los diarios de Estados Unidos publicaron un telegrama en el cual el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Arthur Zimmermann, le comunicaba al embajador alemán en Washington, el conde Johann Von Bernstoff, el “inicio de una guerra submarina irrestricta en el Atlántico”. El mensaje cifrado, enviado el 17 de enero de 1917 y decodificado lentamente por los servicios de inteligencia yanquis (también fogoneados por Bernays), decía que Alemania proponía una alianza a México, imprescindible centro de abastecimiento para la marina germana: de obtener la victoria, se le adjudicarían Texas, Arizona y Nuevo México, territorios en disputa con los Estados Unidos.
Bernays volvió al oído de Wilson: había que decir que Inglaterra no estaba luchando por la restauración de su imperio, sino para hacer prevalecer la democracia en el mundo. Es decir, entrar a la guerra.
A pesar de pertenecer al Partido Demócrata, Wilson no creía demasiado en la democracia: todavía se llenaban las salas donde se proyectaba la película El nacimiento de una nación, de D. W. Griffith, en la cual se tomaba una de sus frases mientras era gobernador de Nueva Jersey: “Los hombres blancos fueron provocados por un mero instinto de supervivencia hasta que finalmente surgió un gran Ku Klux Klan, un verdadero imperio del sur, para proteger al territorio sureño”. Tampoco creía mucho en la libre determinación de los pueblos: aún se lamentaba de que la expedición militar que había enviado a México en 1916 no hubiera podido capturar y dar muerte a Pancho Villa, “ese ladrón que solivianta a su pueblo para adueñarse de nuestros territorios”. Wilson creía en Bernays.
Lo que Bernays nunca le dijo a Wilson era que, gracias a sus aceitadas relaciones, sabía que, desde el primer día de la guerra, los ingleses habían intervenido los cables submarinos transatlánticos alemanes. Que cada mensaje del alto mando alemán era interceptado y estudiado en la Sala 40 de la oficina del almirantazgo británico. Que ese que contenía las palabras “México” y “Estados Unidos” le había sido enviado a él y que sus amigos criptógrafos William Montgomery y Nigel de Grey lo habían desencriptado. Tampoco le dijo a Wilson que los ingleses sabían todo, pero que si lo hacían público alertarían a los alemanes sobre la precariedad de sus comunicaciones.
Wilson, simplemente, compró el paquete cerrado. Y cuatro días después de su sesión del 2 de abril de 1917 en el Congreso, declaró la guerra a Alemania.
Bernays anotó el argumento de su próximo ensayo, La propaganda: “La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país. Quienes nos gobiernan, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas son en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar”.
Exactamente sesenta y cinco años después de aquel inicio de las relaciones públicas de 1917, el 2 de abril de 1982, los diarios argentinos celebraban. “Argentinazo: ¡Las Malvinas recuperadas!”, decía Crónica. “Hoy es un día glorioso para la patria: En las Malvinas hay gobierno argentino”, decía La Razón. “Desembarco argentino en el archipiélago de las Malvinas”, decía La Nación. “Tropas argentinas desembarcaron en las Malvinas”, decía Clarín. La noticia había hecho quedar muy atrás, perdida para siempre en el pasado, la descomunal represión desatada sólo tres días antes en la Plaza de Mayo cuando la CGT llamó a manifestar contra la política de ajustes de la dictadura. Después llegarían más títulos, más tapas, más Gente, más Somos, más Clarín, más La Nación, más La Semana: “Euforia popular”, “Alborozo ciudadano”, “Si nos atacan daremos batalla”, “Fue mortífero el contraataque de Argentina”, “Estamos ganando”, “Gran revés del invasor en la primera batalla”, “Aplastantes triunfos en el aire y el mar”, “Desastre inglés”, “Ingleses ciegos de odio: matan hasta compatriotas” y hasta un alborozado Billiken que prometía el tan ansiado 10 colegial con “Operativo Azul en historieta: cómo recuperamos nuestras islas”. Todo bajo los preceptos emanados de un documento oficial de la junta militar enviado a los medios durante la guerra. Documento que, entre otras pautas, puntualizaba evitar difundir información que “exalte el poderío bélico británico y/o minimice el propio”, “pueda generar disturbios sociales, alterando con ello el orden interno”, “apunte a facilitar el logro de los objetivos psicológicos del oponente”, destaque alianzas militares y neutralismo activo en favor de Gran Bretaña y hasta “permita conocer el pronóstico meteorológico del Atlántico Sur”. Es decir, nada que, como el mismo comunicado señalaba, “reste credibilidad y/o contradiga la información oficial”.
Las enseñanzas de Bernays habían llegado a la Argentina y los directivos de los medios periodísticos que auguraban la gran victoria militar de 1982 compraron, solícitos, el diplomático manual de las relaciones públicas ignorando y haciendo ignorar la verdad de lo acontecido en la guerra. Ni la vergüenza ni el sufrimiento, ni el hambre ni el frío, ni la falta de armamento ni el desvío de hasta los más pequeños chocolates que la sociedad enviaba a “sus” soldados. Ni el despropósito ni las muertes. Nada: sólo la desinformación más brutal de una acción criminal escondida detrás de una reivindicación justa.
Pasaron los años después de aquellos dos nefastos 2 de abril.
Bernays acompañó al presidente Wilson a la Conferencia de Paz de Versalles. “Si se puede utilizar la propaganda en tiempos de guerra –decía–, también se podrá hacer en tiempos de paz.” Y después asesoró a otros: Hoover, Eisenhower, Henry Ford, Rockefeller, Reagan, George W. Bush, la United Fruit Company. Dicen que se negó a prestar sus servicios a Hitler, Anastasio Somoza y Francisco Franco. Pero nadie sabe muy bien por qué, ya que lo escucharon decir, triunfal, que “como la palabra propaganda llegó a estar mal vista por su uso en la Alemania nazi, entonces decidí inventar el término Relaciones Públicas”.
Muchos de los directivos de los medios periodísticos argentinos de aquel 1982 siguen trabajando en periodismo y adscribiendo al manual del sobrino de Freud. Lo único que parece diferenciarlos es que no se asombran de aquello que asombró tanto al austríaco que lo dejó escrito en sus memorias: “Me sorprendí al enterarme de que Goebbels tenía en lugar destacado de su biblioteca mi libro La propaganda. Nunca hubiera imaginado que mis teorías contribuyeron al éxito y ascenso del Tercer Reich”. Pero sólo es una suposición crédula: habrá que ver qué titulan mañana, treinta años después.

Año 5. Edición número 202. Domingo 1 de abril de 2012
Por Miguel Russo
mrusso@miradasalsur.com

lunes, 27 de febrero de 2012

Ultimo tren a Once

El pasado miércoles 22 de febrero un tren del Ferrocarril Sarmiento proveniente de Castelar al oeste de la Provincia de Buenos Aires, sufrió un terrible accidente en la Terminal ferroviaria de la Estación Once de la Ciudad de Buenos Aires. Fallecieron 51 personas y hubo más de 600 heridos. Posiblemente una de esas tragedias más horribles y recordables de la historia ferroviaria. Miles de personas se levantaron esa mañana para ir a trabajar o estudiar o simplemente para venir a la Ciudad a realizar algún tramite o compra y muchos de los cuales no regresaron nunca a su casa.

Durante los primeros días y mas allá de las personas accidentadas, hubo desaparecidos, nadie los encontraba ni en los hospitales, ni en ninguna parte. Fueron apareciendo algunos y solo faltaba ubicar a Lucas Menghini Rey. Un joven músico de 20 años, oriundo de San Antonio de Padua, que ese día se tomo el tren a Once, no aparecía en los primeros días, hasta que su padre vio un video en el cual los pasajeros subían al tren. Allí observo que su hijo no ingreso a los primeros vagones como se hacia prever, sino al cuarto vagón. Entonces exigió a la empresa ingresar al tren, al vagón en cuestión y vio a su hijo en el fuelle sin vida.

En realidad uno podría no escribir ninguna línea, ningún párrafo, pero seria insensible y egoísta de nuestra parte. Uno siente una enorme impotencia al ver, al escuchar, al leer, igual que todos los ciudadanos, que la empresa concesionaria (TBA) recibía subsidios millonarios de parte del Estado Nacional y que esos fondos en primera instancia eran mal invertidos, ya que todo hacia creer que la plata no iba a la mejora y mantenimiento de los ferrocarriles para que pasajeros puedan tener, al menos, un buen servicio público. La indagatoria del Juez Bonadio (recordar servilletas de Corach durante el menemismo) al conductor del tren, hizo prever en principio, que el tren se quedó sin frenos, que el conductor informó durante el recorrido a la empresa y ésta le mintió. Apenas le informaba que mandaba refuerzos técnicos y que continuara el recorrido. Esos refuerzos nunca llegaron y al llegar a Once a rápida velocidad, sin frenos, sucedió la tragedia.

Cuando la tragedia es producto de la desidia, de la corrupción estatal y privada, de la falta de controles, es necesario reflexionar y parar la pelota. No se trata de seguir como si nada hubiera pasado.
Dos personas, tienen que tomar decisiones muy importantes ahora más que nunca. La Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, que podría quitarle la concesión a TBA para tal vez, devolverla al Estado Nacional, a los trabajadores y porque no a asociaciones de servicios a consumidores; y el Juez Bonadío, que puede salvar su propia historia, en función de cómo fue designado juez en los años noventa, si se inclina por investigar a fondo a la empresa y los subsidios recibidos y supuestamente mal gastados.

Por último recordar a todos los que ya no están y a sus familiares; recordar a Lucas, ya que lo conocimos personalmente. Fue cuando, gracias a un amigo en común Richard, conocimos a éste pibe entrañable, un poco tímido, y a sus amigos de la banda “Sistemática” que, rock mediante, del bueno, sin pedir nada a cambio, durante los años 2007 y 2009 conmemoraron al barrio con su música en Plaza Almagro. Allí estaban los pibes. Alegres, felices, creativos, decentes, sin roscas, ni trampas. Solo nos queda decirles gracias a todos. Gracias Lucas, hasta pronto.