lunes, 27 de febrero de 2012

Ultimo tren a Once

El pasado miércoles 22 de febrero un tren del Ferrocarril Sarmiento proveniente de Castelar al oeste de la Provincia de Buenos Aires, sufrió un terrible accidente en la Terminal ferroviaria de la Estación Once de la Ciudad de Buenos Aires. Fallecieron 51 personas y hubo más de 600 heridos. Posiblemente una de esas tragedias más horribles y recordables de la historia ferroviaria. Miles de personas se levantaron esa mañana para ir a trabajar o estudiar o simplemente para venir a la Ciudad a realizar algún tramite o compra y muchos de los cuales no regresaron nunca a su casa.

Durante los primeros días y mas allá de las personas accidentadas, hubo desaparecidos, nadie los encontraba ni en los hospitales, ni en ninguna parte. Fueron apareciendo algunos y solo faltaba ubicar a Lucas Menghini Rey. Un joven músico de 20 años, oriundo de San Antonio de Padua, que ese día se tomo el tren a Once, no aparecía en los primeros días, hasta que su padre vio un video en el cual los pasajeros subían al tren. Allí observo que su hijo no ingreso a los primeros vagones como se hacia prever, sino al cuarto vagón. Entonces exigió a la empresa ingresar al tren, al vagón en cuestión y vio a su hijo en el fuelle sin vida.

En realidad uno podría no escribir ninguna línea, ningún párrafo, pero seria insensible y egoísta de nuestra parte. Uno siente una enorme impotencia al ver, al escuchar, al leer, igual que todos los ciudadanos, que la empresa concesionaria (TBA) recibía subsidios millonarios de parte del Estado Nacional y que esos fondos en primera instancia eran mal invertidos, ya que todo hacia creer que la plata no iba a la mejora y mantenimiento de los ferrocarriles para que pasajeros puedan tener, al menos, un buen servicio público. La indagatoria del Juez Bonadio (recordar servilletas de Corach durante el menemismo) al conductor del tren, hizo prever en principio, que el tren se quedó sin frenos, que el conductor informó durante el recorrido a la empresa y ésta le mintió. Apenas le informaba que mandaba refuerzos técnicos y que continuara el recorrido. Esos refuerzos nunca llegaron y al llegar a Once a rápida velocidad, sin frenos, sucedió la tragedia.

Cuando la tragedia es producto de la desidia, de la corrupción estatal y privada, de la falta de controles, es necesario reflexionar y parar la pelota. No se trata de seguir como si nada hubiera pasado.
Dos personas, tienen que tomar decisiones muy importantes ahora más que nunca. La Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, que podría quitarle la concesión a TBA para tal vez, devolverla al Estado Nacional, a los trabajadores y porque no a asociaciones de servicios a consumidores; y el Juez Bonadío, que puede salvar su propia historia, en función de cómo fue designado juez en los años noventa, si se inclina por investigar a fondo a la empresa y los subsidios recibidos y supuestamente mal gastados.

Por último recordar a todos los que ya no están y a sus familiares; recordar a Lucas, ya que lo conocimos personalmente. Fue cuando, gracias a un amigo en común Richard, conocimos a éste pibe entrañable, un poco tímido, y a sus amigos de la banda “Sistemática” que, rock mediante, del bueno, sin pedir nada a cambio, durante los años 2007 y 2009 conmemoraron al barrio con su música en Plaza Almagro. Allí estaban los pibes. Alegres, felices, creativos, decentes, sin roscas, ni trampas. Solo nos queda decirles gracias a todos. Gracias Lucas, hasta pronto.